(Últimamente me he vuelto peor aún: si un título no me parece bueno, no leo nada de ese autor. Así ya no tengo que abrir el libro. Rarezas que se agudizan con los años...)
En cierto sentido surge la pregunta de por qué he escogido estas tres reseñas, que no es que sean excepcionales por su calidad. Pero, como otras veces, me parece interesante el efecto conjunto de la yuxtaposición. Como en la parábola de los ciegos y el elefante, no parecen estar hablando de lo mismo, y no parece posible saber qué es Houellebecq reconciliándolas. Cada una da una visión coherente, y por tanto cada una miente sobre la totalidad. Digo yo, que he leído dos frases de Houellebecq.
John Updike (2006). 90% hateful. The New Yorker, 22 de mayo de 2006.
Nor is Houellebecq, shrill and even silly as he can be, entirely without literary virtue. His four novels—“Whatever” (1994), “The Elementary Particles” (1998), and “Platform” (2001) are the three others—display a grasp of science and mathematics beyond that of all but a few non-genre novelists. He is anthropologically alert to the deeper trends behind contemporary news, fashion, and mores ... His sociological/psychological/philosophical vocabulary opaquely thickens around his core topic—Pascal’s, after all, and La Rochefoucauld’s—of human isolation and unhappiness
Michel Basilière (2013). Book Review: The Map and the Territory, by Michel Houellebecq. National Post, 13 de enero de 2013.
The Map and the Territory shares techniques with its predecessors, of course — the dry, almost scientific language describing the erratic behaviour of this strange human species, the narrative that begins as contemporary and continues into the future (making them in this and other respects science fiction novels), the complete failure of the characters to fulfill any human sense of happiness or purpose in the world, their indifference to their cold, industrial surroundings.
Iván Fernández Balbuena (2006). Michel Houellebecq La Posibilidad de una Isla. Memorias de un friki, 23 de febrero de 2006.
Claro, así es muy sencillo escandalizar, hasta el más tarugo puede hacerlo, así que si ese es el mérito de este escritor, bien pobre me parece.
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